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El Pasto de Trigo es considerado el alimento vivo más antiguo que se conoce, éste contiene vitaminas y minerales ideales para combatir debilidad y fatigas, fortalecer huesos, corregir el insomnio o depurar la sangre, entre muchos otros beneficios.

Se le llama germen al origen de todo ser viviente, el óvulo, el embrión, la espora. Un germinado es el primer brote de una semilla, la primera forma de vida. Los germinados más conocidos como alimento y que se pueden encontrar en mercados y supermercados son los de alfalfa y soya, pero prácticamente cualquier semilla, leguminosa o cereal produce su germinado con sólo agregarles agua. Hay que dejarlos reposar en un frasco o recipiente que escurra el exceso de agua (como en una coladera sobrepuesta en agua) unos días en la oscuridad cálida (como dentro de una alacena u horno que no esté en uso), y unas horas bajo la luz indirecta del sol para que obtengan el verdor que indica que les ha penetrado la clorofila. La clorofila es el resultado de la fotosíntesis que convierte la luz del sol en energía. Sólo las plantas verdes tienen el poder de guardar la luz solar, procurando de esta manera la supervivencia del ser humano. Por cierto, los germinados son el alimento vivo más antiguo que se conoce.

Aunque todos los germinados contienen vitaminas y minerales en mayor o menor grado, cada uno tiene sus particularidades. Por ejemplo, el de alfalfa combate la fatiga y la debilidad; el de arroz integral fortalece huesos y dientes; el de avena es el que mejor equilibra trastornos nerviosos, depresiones y alteraciones del sueño, además de la fibra que aporta; el de berro alcaliniza y depura la sangre eliminando toxinas y combate la fatiga primaveral; el de fenogreco depura los riñones, refuerza el organismo y otorga un aroma agradable al sudor, mientras que el de soya produce el aminoácido metionina de efecto relajante, fortalece el sistema nervioso y reduce el colesterol.

El germinado de lenteja retrasa el envejecimiento, el de maíz conserva la tensión muscular especialmente en el tracto intestinal, y el de trigo remineraliza, previene infecciones, regenera las células y combate trastornos nerviosos.

Si sembramos los granos y cereales en tierra nacen los pastos que existen desde antes que la humanidad. Uno de los pastos que se ha ido conociendo más, porque contiene todo lo que el cuerpo humano necesita para vivir sanamente, es el de trigo o wheatgrass.

El huerto en casa

Si ponemos tierra fresca en un refractario y sembramos trigo entero de la mejor calidad posible, no transgénico ni almacenado o empaquetado por mucho tiempo, y lo humedecemos y colocamos en un rincón soleado de nuestra casa, en cuestión de dos o tres días nacerá un sedoso y firme pasto de clorofila pura de un impacto visual de gran belleza, además de una fuente de vida, nutrición y desintoxicación.

El consumo del pasto de trigo en Occidente empezó hacia 1930, cuando el químico en agricultura Charles F. Schnabel lo utilizó para nutrir gallinas agonizantes que no sólo se recuperaron, sino que empezaron a producir mayor cantidad de huevos que las gallinas sanas. Entusiasmado con sus resultados, disecó y pulverizó el pasto de trigo como suplemento dietético para su familia y amigos con tan buenos resultados que dos grandes empresas —Quaker y American Dairies, Inc.— invirtieron millones de dólares en investigación, desarrollo y elaboración de productos a base del mismo, tanto para humanos como animales.

Para 1940, el polvo de pasto de trigo se vendía en latas en farmacias de Estados Unidos y Canadá. Éste provenía de cultivos exteriores que se cosechaban al final del invierno, después de los 200 días que les tomaba alcanzar su etapa reproductiva, en la cual la planta llegaba a su máximo potencial nutricional.

Aunque aporta muchos de sus beneficios, el pasto de trigo en polvo o en tabletas no tiene la potencia del que se cultiva fresco y se extrae en el momento, ya que así se aprovechan al máximo los 20 aminoácidos que contiene, las vitaminas y minerales y en especial su alto contenido y calidad de calcio, magnesio, fósforo, zinc y selenio, que ayudan a la inmunidad y el buen funcionamiento del corazón, todo el espectro de vitaminas B, ácido fólico, biotina, ácido pantoténico, lecitina, la proteína en forma de polipéptidos (aminoácidos que ayudan a una óptima asimilación de nutrientes), las más de 80 enzimas que ayudan a la desintoxicación, en especial de los metales pesados como el plomo, cadmio y mercurio, la alcalinización (eliminación de ácido) que procura en la sangre, la mejor digestión, el aumento de los glóbulos rojos, la limpieza de hígado y colon que proporciona, su alto contenido de ácido absísico que destruye tumores, y el oxígeno líquido que contiene, el cual previene la formación de células malignas. El pasto de trigo regenera y rejuvenece nuestro cuerpo como pocos suplementos.

Para obtener su jugo de manera óptima, idealmente se utiliza un extractor especial, pero igual podemos recortar un manojo de pasto y licuarlo con suficiente agua para completar un caballito tequilero. Se recomienda tomarlo en ayunas, solo o mezclado en otro jugo, ya que su sabor, aunque dulce, es tan intenso y penetrante que en las primeras tomas puede provocar náusea, que bien vale la pena soportar hasta que nuestro organismo se acostumbre y vaya aprovechando todos sus beneficios. Se puede utilizar externamente en heridas y como mascarilla facial.

Se puede utilizar un extractor manual de hierro parecido a los molinos de semillas o bien obtener extractores eléctricos especiales importados.

La terapeuta naturista Anosha, especializada en medicina holística y salud natural, con más de 18 años de experiencia en el campo de la nutrición y desintoxicación, es un ejemplo vivo de los efectos regenerativos que proporciona el pasto de trigo. “Prácticamente no me he enfermado de nada que no sea un leve resfriado en las largas temporadas que tomo este jugo, que ya se ha vuelto parte de mi vida”, nos dice en su casa a la entrada de Tepoztlán, en donde cultiva charolas inmensas del pasto de trigo, entre otras especias, frutas, verduras y germinados. “Cuando no he tenido la posibilidad de consumirlo por alguna razón, siento inmediatamente la diferencia”.

Extracto del articulo publicado en Milenio por Lorraine Krohnengold • lokrohnen@yahoo.com.mx